Guerinda El Anselmo

Anselmo era nuestro abuelo. Labrador de nacimiento y con toda su vida dedicada al campo. Tenía en la cara las arrugas que el sol y el viento dejaron como recuerdo de las infinitas horas dedicadas a cuidar las viñas. Aprendió el oficio de su padre y éste del suyo. Así aprendían los secretos de la viña, de generación a generación. Pero Anselmo tuvo dos hijas, y no les gustaba el campo.

Cuántas veces nos acordamos de él. Lo contento estaría ahora si viera cómo ha rejuvenecido “su” Vallervitos. Ese rincón de la Sierra de Guerinda, donde sus padres vivieron, y donde él pasó tantas horas cuidando sus cepas. Se le caería la baba, suele decir mi madre, si viera como su yerno reconstruyó el corral donde vivió su familia, y si viera cómo a sus nietas ¡sí que les gusta el campo!

Agotado